“Diciembre 1939”
Una gélida noche en Génova, vísperas de Navidad
El miedo no se ve pero está
presente. Dentro de su casa Genaro y Lucía se encuentran sentados a
la mesa, frente a una copa de vino mientras comparten sus angustias por
el devenir.
La guerra ya era un hecho en Italia
.Afuera en lugar de cantar villancicos, la gente vitoreaba las arengas de los militares, que como siempre confundían
patriotismo con bravuconadas.
Allí, en medio de la plaza una mujer
clamaba su desacuerdo, sin ser escuchada. Ella defendía el valor inalienable de
la vida y auguraba el horror y las miserias, que traería aparejadas la guerra
En el interior de la vivienda Genaro
y Lucia coincidían con su discurso y se planteaban el dilema de que rumbo
tomar; quedarse o escapar.
Repentinamente, como salidos de la
nada, los bombarderos que pasaban a vuelo rasante, dispersaron a la gente que aterrorizada,
corría en busca de refugio. Toda su euforia, fue opacada por el estruendo de las bombas que caían por
doquier .Los altoparlantes dejaban oír
las sirenas anunciando el ataque aéreo.
Genaro y Lucía se disponían a
esconderse en el sótano, cuando oyeron fuertes e insistentes golpes en la
entrada. Sin dudar Lucía corrió hacia allí y a pesar del miedo abrió la puerta.
Ante sus asombrados ojos se hallaba
una mujer, la misma que unos minutos antes había expresado su oposición al
conflicto bélico. En ese momento llorando y presa de miedo le pedía ayuda.
Lucía emocionada tomó sus manos temblorosas y la atrajo hacia el interior sin mediar
palabra.
Una extraña conmoción hizo que ella
también rompiera en llanto.
Genaro impaciente, casi a empujones,
las instó a bajar al sótano. Una vez allí alejados del caos reinante en las
calles, iluminados apenas por una vela, Genaro pasó su brazo sobre los hombros
de Lucía y sacando una foto de su bolsillo, la acomodó junto al candelabro. La
pálida luz iluminó el rostro sonriente de un niño. Lucía tomó el retrato y estrujándolo contra su
pecho, susurró el nombre de su pequeño Vittorio ausente y clamó; “Para qué
seguir!”
En ese momento María, la recién
llegada, ya más tranquila se incorporó con dificultad, su abrigo desabrochado
dejaba ver su vientre henchido de vida. Lucía estiró su mano y lo acarició
mientras continuaba aferrada a la foto de su hijo muerto.
María enjugándole las lágrimas le dijo;
“Soñé que será varón, lo llamaré Vittorio. Será la victoria de la vida sobre la muerte.”
Genaro y Lucía comprendieron que aún
cuando los días, parecen noches y la permanencia en este mundo, un sin sentido,
se puede encontrar en otros y por otros,
la fuerza para seguir luchando.
Seis meses más tarde, Italia firma el
armisticio y vuelve la paz.
Las siguientes vísperas de
Navidad Genaro y Lucía junto a María y
el pequeño Vittorio, las celebraron en América, más precisamente en Buenos Aires,
donde vivieron como familia.
Un cuento de contenido muy profundo. Felicitaciones, Elsa.
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