ELSA WADE: Cuentos, poemas...

Aprender a volar
Erik, instructor de vuelos en parapente,  en una de sus acostumbradas salidas de trekking, encontró un pichón de cóndor de aproximadamente seis meses de edad. Estaba en las proximidades del nido, muy desnutrido, señal que sus padres hacía mucho que no lo alimentaban.
Erik supuso que habían sido presa de cazadores furtivos, ya que estas aves cuidan muy bien de sus crías, durante más de un año. Decidió llevarlo con él, tomó los recaudos  necesarios para no dañarlo y logró acomodarlo en su mochila.
Estaba dispuesto hacer todo lo que pudiera para salvarlo. De vuelta al lugar donde guiaba a los turistas en sus vuelos ,buscó un lugar tranquilo donde  pudiera alimentarlo.
 Pensó que  Neculman nombre mapuche que significa“ raudo vuelo veloz” sería apropiado, ya que tenía la esperanza ,de que  llegado el tiempo aprendiera a volar .
Comenzó a pronunciar su nombre cada vez que le proporcionaba alimento y el  pichón muy pronto se acostumbró a su voz .No pasó mucho tiempo cuando se animó salir del improvisado nido que no era otra cosa que un pozo en la tierra debajo de unos troncos.
Pasado unos tres meses Neculman con sus alas  extendidas tomaba carrera y ensayaba vuelos cortos, parecía imitar a los  turistas quienes una vez sujetos al parapente, hacían lo mismo antes de saltar al vacío para volar.
Erik feliz de ver sus avances lo estimulaba corriendo con él, mientras le decía; Vamos Neculman abre tus alas… aquí está tu libertad…No es tan difícil que aprendas a volar!!
Una mañana Neculman no reclamó su  alimento durante el desayuno como solía hacerlo, Erik atareado  con la llegada de un contingente de turistas, no le dio importancia y se dispuso a comenzar con los vuelos programados
El día estaba espléndido,  el cielo totalmente despejado y la temperatura, según su experiencia, era la ideal para los mejores vuelos. 
El primer vuelo lo haría con un niño de once años, hijo de una pareja conocida, lo que le quitaba la presión que normalmente sentía, cuando volaba con un menor.
Después de darle la bienvenida y  todas las indicaciones procedió a ajustar las correas que lo sujetarían al parapente .Luego le indicó que comenzarían  a correr hacia el vacío para volarr .El niño reía nervioso y emocionado .Saltaron y después de un ligero  descenso, la corriente de aire caliente los elevó  y comenzaron a volar en círculos, cada vez más alto.
Erik conversaba con el  niño, le preguntaba cómo estaba, que le parecía la experiencia  de volar. El muchachito no estaba muy seguro sobre cómo se sentía. Lo embargaba la emoción y solo atinaba a reír.
De pronto  en uno de los tantos giros, el niño señalo hacia el este. Erik miró hacia allí y asombrado
vió a Neculman sobre el risco más alto, con las alas totalmente extendidas .Parecía saludar al sol que hacía relucir su negro plumaje. De pronto alzó vuelo y comenzó a planear en círculos a la par del  parapente  celebrando su libertad.


 Fue una experiencia muy conmovedora tanto para Erik  como para el niño. El descenso lo hicieron en un respetuoso silencio. Ninguno de ellos olvidará el día  en que Neculman aprendió a volar.
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Carta de Elisa Brown a su hermano
Buenos Aires, 27 de diciembre de 1827
 Querido  hermano;
Desde el día en que papá me entregó el anillo que  Francisco había comprado para que lo intercambiáramos  el día de nuestra boda mi vida dejó de tener sentido. Su trágica muerte en batalla rompió mi corazón en mil pedazos.
Ni siquiera mi amado río leonado, con amaneceres plateados y atardeceres de oro; con el tranquilo oleaje lamiendo los murallones del jardín puede evitar  que me sienta como suspendida en el tiempo
Cuando me paseo de cara al río creo ver la silueta  de mi apuesto prometido emergiendo del agua y sus ojos celestes como el cielo me invitan a correr a sus brazos por última vez.
Ya no hallo placer cuando veo como los últimos rayos del sol ponen una nota de fuego en el horizonte, mi alma se quebranta ya que me recuerda  la mancha de sangre sobre la chaqueta de mi amado Pancho  y no  encuentro  consuelo.
Hoy ha llegado el día en que hubiera caminado feliz hasta el altar del brazo de nuestro padre, allí me  estaría esperando ansioso, aquel  en cuyos brazos anhelaba consumar nuestro amor. Todo eso no es más que un triste recuerdo. Sin embargo yo no me resigno a vivir sin él, por eso he tomado la decisión de ir a su encuentro.
Hoy armé hermoso ramo  con flores de nuestro jardín, no para arrojarlas al río como solía hacer en mis caminatas por la orilla, para ver como las suaves olas las llevan aguas adentro.
Al atardecer, me pondré el vestido de novia que con tanto amor bordara, y con el  ramo de flores caminaré sin prisa hacia las tibias aguas para dejarme llevar por el río.  Francisco reconocerá mi cabellera y  estará feliz de verme luciendo tan  vaporoso vestido…  Estoy segura  que nos fundiremos en un estrecho abrazo durante  unos breves instantes  antes de hundirnos para siempre.
No se paren en mi tumba a llorar. No estoy allí... yo no morí.
                                                                                                     Elisa Brown
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Contando lunas

El amor hecho brisa despeinó tus cabellos.
Se hizo verbo y susurró en tus oídos.
Se hizo caricia para recorrerte.
Fue sal sobre tu piel y miel en tu boca.
El amor que fue anhelo, engarzó besos y suspiros.
Dibujó en tu cuerpo senderos de ensueño.
Abrevó en tu piel gotas de rocío.
 Se posó en tu boca como en una flor abierta
Embriagado de néctar se hizo ilusión
Y se durmió en tu seno contando lunas…
Cuento breve
La humedad en el ambiente le hacía casi imposible respirar. El pronóstico indicaba que habría fuertes ráfagas que traerían alivio a la ciudad. Al asomarse  al balcón Pedro vio cómo las hojas de los árboles y los papeles tirados en la calle se arremolinaban con el viento, de pronto la hoja entró volando por la ventana  y se posó sobre el escritorio.
Intrigado se acercó y la tomó buscando algo que le indicara su origen.
Sobre el blanco del papel se distinguían unas palabras en letra manuscrita “Te espero hoy donde siempre a la salida del trabajo” un poco más abajo   con letras bien remarcadas “No faltes”
Pedro quien tenía un rasgo detectivesco en su personalidad, de inmediato se sintió atraído ante la incógnita del mensaje y decidió investigar. Lo primero que notó, fue que la frase estaba escrita en la servilleta de una confitería cercana al lugar, al ver que su reloj marcaba  la hora en que la mayoría de los oficinas del centro  cerraban sus puertas ,sin pensarlo dos veces se dirigió hacia allá.
Ignoraba  si lo escrito en la servilleta era una cita de amor, un recordatorio de una reunión de amigos o un encuentro furtivo, en realidad no sabía con qué iba a encontrarse allí.
Al entrar a la confitería dio un vistazo a su alrededor para encontrar un lugar estratégico desde donde pudiera observar a todos los parroquianos .Finalmente se sentó  sin que  ninguna persona que le llamara la atención por nada en particular.
Al rato de estar allí se percató de una muchacha sentada en una mesa junto a una columna. Su cara denotaba angustia y lo llamativo  era que movía su cabeza como dando una respuesta negativa,  el muchacho sentado frente a ella gesticulaba nerviosamente, lo único que Pedro alcanzaba a ver eran sus manos ya que la columna le ocultaba el resto
De pronto el rostro de la joven  palideció y se desfiguró con una mueca de terror, su ubicación le permitía ver la entrada al local y era allí  adonde se dirigía su mirada. Pedro miró hacia la puerta donde vio aparecer un hombre revolver en mano  quien sin mediar palabra descerrajó varios disparos sobre la pareja tras lo cual se disparó un tiro en la boca.
De pronto todo se transformó en un caos, gritos, corridas, desmayos, sumado  a eso a los pocos minutos el ruido ululante y ensordecedor de los móviles policiales y las ambulancias .Después de cumplir con todo el protocolo de un hecho semejante, la policía les permitió a todos los presentes retirarse del lugar.
Muy conmocionado por lo vivido Pedro caminó las pocas cuadras que lo separaban de su departamento, pensando en lo tonto que había sido, al poner en riesgo su vida por una de sus  estúpidas fantasías.
Cuando abrió la puerta  de entrada se produjo una corriente de aire y la servilleta, que estaba apoyada sobre el escritorio, levantó vuelo para caer a sus pies.
Pedro se agachó  para levantarla y al hacerlo se percató de algo que antes no había notado .En el reverso de la servilleta pudo leer  con gran  asombro  la siguiente  frase…
“El destino siempre nos alcanza”
16/ 4/ 2016
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Una crónica de tiempos idos

Yo  nací  y crecí en Lomas de Zamora cuando ésta ya tenía el título de ciudad pero en realidad todavía tenía el aspecto de un pueblo. La estación del ferrocarril  con la típica construcción inglesa de ladrillos a la vista ,dividía a la ciudad en dos.
La salida hacia el este era por la calle Balcarce que conducía al Hospital Municipal lo más destacado de esa zona. El resto eran casas  de familia y quintas. Aunque yo no lo conocí me contaron que también había un pequeño  hipódromo. 
 La salida hacia el  oeste   era por la calle Laprida   donde  se encontraba el centro comercial, tres o cuatro cuadras con comercios,  y dos bancos, el Banco de la Provincia y el de la Nación. Los dos cines y los dos teatros se encontraban en un radio de dos  a tres cuadras, en las calles transversales, al igual que la confitería y la Biblioteca Pública
A unas cinco cuadras allí estaba la plaza principal. La plaza Grigera ocupaba y aún ocupa una manzana. A su  alrededor se erigían, la Basílica Nuestra señora de La Paz, con su cúpula y campanario,  las dos cocherías Leguizamón y Lasalle  y el Palacio Municipal, el edificio más alto de toda la ciudad. Éste terminaba en una  torre con un reloj, en sus cuatro caras, que marcaban la hora con precisión y podían ser vistos a muchas cuadras a la redonda, ya que superaba con creces, la altura de las demás construcciones.
 Aparte de la Municipalidad el único edificio que contaba con más de tres pisos era el de “las grandes tiendas Japas” Allí se podía encontrar la sección de blanquería y textil con gran variedad de telas, como también ropa de confección para grandes y chicos, uniformes y zapatos,
La plaza era el paseo obligado para jóvenes y familias y por supuesto era donde se realizaban los desfiles en las fechas patrias de los que participaban los alumnos de la zona, el cuerpo de bomberos voluntarios, los miembros de la policía local y la Banda Municipal. En esas ocasiones el intendente y las autoridades asistentes colocaban una ofrenda floral a los pies del monumento al general San Martín que se encuentra en el centro de la plaza.
Treparse a ese monumento y sacar la sortija en la calesita era la mayor diversión de los niños que visitaban la plaza los  sábados y domingos .Otro de los placeres era  encontrarse con el  pirulinero que hacía su ronda cerca de la calesita  y con mucha suerte, tal vez  saborear un helado si era verano.
En las inmediaciones de la plaza también se encontraba el negocio mayorista de la familia Baliña  quienes se encargaban de proveer de mercadería a los almacenes de barrio. Lo que más nos llamaba la atención en ese lugar, era ver a los hombres con sus torsos desnudos  cubiertos con unas bolsas de arpillera abiertas. a modo de capucha, cargando al hombro  pesadas bolsas de harinas , legumbres , azúcar  arroz y  fideos  que depositaban en enormes chatas tiradas
 por dos o más percherones caballos de gran porte .Nunca olvidaré la impresión que causaban en mí  el despliegue de fuerza que ostentaban ,tanto los trabajadores, como los caballos.
 Justo frente a mi casa había un almacén, así que cuando llegaban con el pedido  podía ver como descargaban la mercadería, y observar extasiada la belleza de tan imponentes animales.
Mi  barrio  era de casas bajas y muchas casas quintas .La mayoría de las  casas fueron construidas en terrenos muy amplios, producto del loteo de algunas de esas quintas, así que conservaban los cercos y las árboles a su alrededor. Casi todas las casas vecinas tenían jardín al frente un  patio con parral o higuera y más al fondo la  huerta donde se cultivaban verduras de todo tipo. Tenían además  de los árboles frutales, un  gallinero para las  aves de corral y un lugar cercado  para los conejos.
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Daphne y Apolo

De la cruel  guerra de egos
entreel  mismo Apolo y Cupido
resultó ser víctima
Daphne, hija del rio Peneo.
Ambos midieron sus fuerzas.
Apolo embistió  con vanidad y arrogancia
Cupido con  seso  y venganza.
Ambos buscaban gloria
Apolo creyó alcanzarla
Dándole  muerte  a Pitón
terror, con forma de sierpe.
Mas la gloria llegó a Cupido.
Apolo, invencible cazador
alcanzado por su ballesta 
terminó siendo rendido,
ya que si de Amor se trata,
no hay Apolo que venza a Cupido
Dos flechas disparó el arquero
por cierto bien elegidas.
Con una disparó el Amor
y con la otra el Desdén
La primera hecha de oro
con punta aguda y filosa
atravesó el corazón de Apolo .
La otra fue dirigida a Daphne,
objeto de amor del dios,
Herida por su punta
hecha de plomo y desprecio,
con un escudo imbatible,
encerró su corazón
parano ser alcanzada
por el deseo o  ardor.
Corrió Apolo tras de Daphne 
sin ser correspondido.
Conoció  entonces el dios
con el corazón roído
por la violenta pasión
el dolor irremediable
de un amor malavenido .
Daphne  escapando de él
creyó que la alcanzaría
y que tendida a sus pies
se rendiría al deseo
Cerca ya del rio Peneo
clamó a gritos por su padre
para que  éste la socorriera.
Rogó que la tragara el suelo,
antes de ser alcanzada
La tierra cumplió su deseo.
Sus pies se hundieron en ella
Convirtiéndose en raíces.
Su suave piel fue corteza
Sus brazos se hicieron ramas
y su dorados cabellos,
copa de espeso follaje
Apolo que estaba cerca
extasiadoal verese árbol
de tan elegante belleza
se abraza a él  y solloza
Si no has de ser mi mujer
Mi árbol dilecto serás
De tus hojas, siempre verdes
estaránhechas las coronas
de los romanos triunfantes.
De ahora en más con laureles
Se honrará toda victoria
                                    Elsa Wade
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Drusilla
Cuento fantástico

A los 17 años yo me ganaba la vida dando clases particulares de inglés fue por eso que conocí a Drusilla  una jovencita  norteamericana de  11 o 12 años quien había viajado con sus padres por razones de salud. Como ellos no podían quedarse ya que su trabajo no se los permitía,  Drusilla quedó al cuidado de sus abuelos y para no perder su año escolar decidieron mandarla a que tomara clases  privadas.
Sus padres habían migrado a Estados Unidos a y al poco tiempo nació Drusilla  Desde que mostró los  primeros síntomas a muy corta edad, se cansaron de deambular de un consultorio a otro y de visitar cuanto profesional les recomendaran  .Llegada la adolescencia sus complejos  iban en aumento, sumado a la discriminación que sufría en la escuela y vecindario ya que tanto sus pares como los adultos temían acercarse a ella, por miedo al contagio.  Perdida toda esperanza de encontrar la solución en ese país  viajaron  a Argentina, cuando que los abuelos maternos, les mandaran un artículo escrito por un hombre que padecía psoriasis .Este había logrado mejorarse sin otra cosa , que un cambio en su  dieta alimentaria y dado el éxito que tuvo en controlar la enfermedad, había comenzado una fundación para ayudar a otras personas .
Cuando la vi por primera vez me sentí muy conmovida .Ella era como cualquier jovencita de su edad , le gustaba pintarse las uñas y arreglarse el cabello pero la gran diferencia radicaba en el aspecto de su piel. Por mucho que se acicalara siempre la primera impresión al verla generaba cierto rechazo .Sufría una extraña afección cutánea  que le causaba muchas molestias. Su piel era extremadamente seca, tanto que se escamaba y en ciertos lugares del rostro donde se encuentran las líneas de expresión como las comisuras de los labios, a ambos lados de la nariz y ojos,  igual que en las palmas de las manos se le agrietaba y llegaba a sangrar  Para tratar de minimizar los movimientos faciales usaba anteojos de sol muy oscuros ,ya que la luz directa sobre el rostro la hacía que gesticular y su piel sufría mayores daños .Sus labios estaban siempre resecos y  ajados aunque ella trataba de humedecerlos constantemente con su lengua .Besarla o recibir un beso de su parte, no podía describirse como algo agradable.
El lugar donde ella se sentaba o donde apoyaba sus brazos quedaba regado por escamas de
su piel. Recuerdo perfectamente que una vez que se retiraba de la sala donde tomaba sus lecciones yo debía repasar  la mesa y barrer el piso antes de que llegara el próximo alumno.
Su abuela quien pasaba a retirarla no se cansaba de agradecerme el hecho de que yo hubiera aceptado darle clases sin poner ningún reparo.
En ocasiones mientras Druscilla  jugueteaba con mi perro, ella aprovechaba para contarme lo difícil que le resultaba cuidar de su nieta. Así fue como me enteré que ella cambiaba sus sábanas a diario, ya que su cama quedaba colmada de escamas por la mañana y le resultaba más fácil lavarlas que sacudirlas. El amor que sentía por ella  no le permitía ver que los avances eran muy pocos, casi nulos en realidad, pero ella no perdía las esperanzas.
Un día la noté más impaciente que de costumbre y le pregunté que le ocurría, a lo que ella me comentó  que sumado a las escamas últimamente también había encontrado plumas en la cama.
La primera vez  pensó que la almohada de plumas podría haberse descosido y que tal vez era hora de comprar  otra, pero lo fue postergando.
Lo que más la inquietaba era que Drusilla por una cuestión de pudor no le permitía que entrara al baño cuando se duchaba, ni cuando se cambiaba de ropa en la mañana, por lo tanto ella ignoraba como estaba su piel, en el resto del cuerpo, que no fuera la del rostro, brazos y piernas.
Esperaba ansiosa por la  próxima visita al médico ya que entonces podría entonces podría enterarse de su condición. Otra cosa que la preocupaba era que Drusilla le había manifestado que sentía un desesperante escozor a la altura de los omóplatos, pero nunca permitía que ella la revisara, por miedo a que se lastimara al rascarse dormida la hacía dormir con guantes. Cosa que no parecía servir de mucho ya que últimamente su sueño era muy inquieto y la cantidad de escamas y plumas que encontraba en la cama era cada vez mayor.
Unas semanas más tarde, intrigada por  su ausencias a clase decidí llamar a su casa, y preguntar por su salud .No tuve suerte  nadie contestó el teléfono
En realidad me preocupaba porque había notado ciertos cambios en su actitud,, había estado desatenta , parecía distante . Tenía algo en la mirada que resultaba inquietante .Se la veía desmejorada  había adelgazado notablemente y su nariz que nunca había sido pequeña, parecía más larga y filosa. Sus ojos redondos y fijos se destacaban en el rostro como los de un ave.

Pasó otra semana sin tener noticias pero  cuando sonó el timbre a la hora en que Drusilla acostumbraba llegar, pensé que todo volvía a la normalidad. Sin embargo podía haber estado más equivocada.
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Dulce espera
El amor hecho brisa despeinó tus cabellos.
Se hizo verbo y susurró en tus oídos.
El amor que fue deseo enhebró besos y gemidos
Dibujó en tu cuerpo mágicos caminos, bordeados de sueños.
Abrevó en tu ojos gotas de rocío, se hizo caricia para recorrerte
Fue sal sobre tu piel y miel en tu boca
Como en una flor abierta se embriagó con néctar
Para dormirse en tu seno se hizo ilusión contando lunas…
Por fin se hizo fruto que en ti crece y madura
Y soñando en tu vientre se hará canción de cuna.
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EL ÁRBOL DE LA ESTACIÓN
Corría el año 1950, la estación de tren estaba toda embanderada ya que se cumplía el tercer aniversario de la nacionalización de los ferrocarriles.
 Todos los habitantes del pueblo querían ver pasar el tren donde viajarían el presidente de la nación y la primera dama, con la esperanza que éstos  se asomaran para saludarlos.
El alboroto fue mayor cuando se enteraron que el tren se detendría allí, para cargar agua antes de seguir viaje hacia Mar del Plata.
Ana con sus cortos siete años no pudo dormir pensando en que al día siguiente, conocería a la autoridad máxima del país y a su admirada Evita gracias a quien, tenía una hermosa muñeca de porcelana, la que le había sido entregada en la unidad básica del pueblo, en su nombre.
Se levantó más temprano que de costumbre y después de desayunar, se dirigió hacia la estación de tren junto a su abuelo.
La banda municipal ya estaba apostada en el único andén, cosa que le disgustó porque quedaba poco lugar paraqué ella se acomodara donde tenía pensado.
El abuelo le sugirió que subieran al puente, pero a ella no le convencía demasiado ya que el puente se hallaba en el extremo del andén, muy lejos de la oficina del jefe de estación, donde ella presumía que, de hacerlo,  descenderían el mandatario y su esposa.
Trato de mezclarse entre los músicos pero le fue imposible. La estación ya estaba llena de gente  así que lo único que se le ocurrió fue treparse a un árbol desde donde podría observar todo con comodidad.
De lejos se divisaba el humo blanco de la locomotora que corría rauda por los rieles, llevando una enorme escarapela en el frente .El sonido del silbato al acercarse la estremeció de emoción,
Desde lo alto de la copa podía ver todo a la perfección.
La máquina fue desacelerando hasta que se detuvo y fue entonces que la banda comenzó a tocar.
Unos minutos más tarde pudo ver como descendían  del tren el señor presidente y su esposa entre vivas y aplausos para perderse de vista entre la multitud.
Cargar el agua necesaria para seguir viaje no llevó mucho tiempo, así que pocos minutos más tarde volvieron  a subir el tren, para proseguir la marcha rumbo a la ciudad balnearia.
Ana desde lo alto del árbol agitaba una banderita de papel saludándolos con gran entusiasmo.
Nunca olvidaría la emoción que sintió cuando Evita al reparar en ella con una amplia sonrisa movió su mano a modo de saludo.
Pasaron muchos años, Ana se hizo mujer  se casó y tuvo hijos a los que cada vez que pasaban por la estación les repetía
-Ven, ese es el árbol donde yo estaba trepada, el día que conocí a Evita.
                                                                                                                  Elsa Wade
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Reescritura de “EL COLLAR DE BRILLANTES”

Matilde, una antigua compañera de colegio, era una de esas hermosas y encantadoras criaturas nacidas como por un error del destino en una familia de empleados. Carecía de dote, y no tenía esperanzas de encontrar un esposo rico y distinguido. Yo creo que fue por eso que aceptó casarse con el señor Loisel  un modesto empleado del Ministerio de Instrucción Pública.
Como una mujer obligada por la suerte a vivir en una esfera inferior a la que le corresponde su vida fue sencilla, pero desgraciada.
 No me visitaba con demasiada frecuencia ya que según ella, sufría más al regresar a su casa.
 Me apenaba saber cuánto sufría, sintiéndose nacida para todas las delicadezas y todos los lujos. Dicho por ella misma a las horas de comer, se sentaba delante de una mesa redonda y pensaba  en las comidas delicadas, en los servicios de plata resplandecientes y en los exquisitos y selectos manjares, ofrecidos en fuentes maravillosas que hubiera saboreado de haber podido casarse con alguien con una posición económica más acomodada.
No poseía galas femeninas, ni una joya;  carecía  absolutamente de todo  aquello que le gustaba. Nunca se cansaba de repetirme cuánto habría dado por agradar, ser envidiada, ser atractiva y asediada!
Una tarde en que vino a visitarme me contó  que unos días antes su marido había vuelto a su casa con una  expresión triunfante y agitando en la mano un ancho sobre que le entregó diciendo
-Mira, mujer , aquí tienes una cosa para ti.
Matilde me dijo que rompió envoltura y sacó un pliego que decía:
"El ministro de Instrucción Pública y señora ruegan al señor y la señora de Loisel les hagan el honor de pasar la velada del lunes 18 de enero en el hotel del Ministerio."
Continuó su relato diciendo
-Mi esposo creyó que me daría una alegría pero nunca pensó en que no tenía nada apropiado para a lucir en dicha ocasión. Dos gruesas lágrimas se desprendieron  de mis ojos  para rodar por mis mejillas Mi pobre esposo estaba desolado, a tal punto que accedió a resignar los cuatrocientos francos que tenía reservados para comprarse una escopeta con tal que yo pudiera mandarme hacer un hermoso vestido
-Vamos a ver, Matilde-la interpelé ¿Qué es  lo que te pasa? Tu esposo  tuvo un bello gesto  sin embargo no te veo feliz  más bien triste y pensativa
-Me disgusta no tener ni una alhaja, ni una sola joya que ponerme, de todos modos pareceré una miserable-me respondió
-Solo tú, Juana  podrías sacarme de este apuro, seguramente tendrás alguna joya que puedas prestarme ¿Harías eso por mí?- me preguntó tímidamente
Entonces fui hasta el armario donde guardaba  un cofrecito, lo saqué, lo abrí y le dije
-No te preocupes más querida. Escoge lo que más te guste.
Primero vio brazaletes; luego, un collar de perlas; luego, una cruz veneciana de oro, y pedrería .Se probaba aquellas joyas ante el espejo, vacilando, no pudiendo decidirse
De repente descubrió, en una caja de raso negro, un soberbio collar de brillantes, y su rostro se iluminó .Se lo puso, rodeando con él su cuello, y permaneció en éxtasis contemplando su imagen.
Luego preguntó -¿Quieres prestármelo?
-Sí, mujer! Te dije que dejaras de preocuparte por tan poco
Me abrazó y besó con entusiasmo, y luego escapó con su tesoro.
Al cabo de una semana  Matilde volvió a traerme el collar. Yo estaba en uno de esos día en nos sentimos molestos sin saber por qué  y no tenía ganas de recibir visitas, así que  tome el estuche y sin abrirlo les deslicé como al pasar.
- Debiste devolvérmelo antes, porque bien pude yo haberlo necesitado
La noté un tanto nerviosa y tras mascullar algo así como una disculpa me expresó su prisa por  volver a casa, lo cual me alegró porque no tenía deseos de servirle té como era mi costumbre cuando venía a verme.
Matilde, nunca más vino a visitarme y a pesar que me extrañó al principio, con el correr del tiempo supuse que se habría ofendido, ante mi desafortunado reproche. Sin embargo no le di demasiada importancia, después de todo, solo éramos ex compañeras de colegio.
La vida siguió su curso .Después de algunos años  conocí a  un buen partido con quien me casé y tuve un hermoso niño. Realmente me sentía muy afortunada y mis pensamientos estaban puestos en el futuro así que a decir verdad, Matilde nunca volvió a mi memoria.
Un domingo, habiendo ido a dar un paseo con mi niño por los Campos Elíseos, reparé de pronto en una mujer quien parándose frente a nosotros, dijo:
Buenos días, Juana.
Sin reconocerla balbuceé:- Pero..., señora. .. Usted debe de confundirse...
-No. Soy Matilde Loisel.
Mi antigua compañera de colegio, aquella joven y hermosa se había transformado en una mujer fuerte y ruda, mal peinada, con las faldas torcidas y las manos rojas .
-¡Oh! ¡Mi pobre Matilde, qué cambiada estás! ...
-¡Sí; muy malos días he pasado desde que no te veo, y además bastantes miserias.... todo por ti...
-¿Por mí? ¿Cómo es eso?
La señora  de Loisel sintió un escalofrío. ¿Se decidiría a contarle lo acontecido? ¿Por qué no? Habiéndolo pagado ya todo, podía confesar, casi con orgullo, su desdicha.
Se puso frente a ella y dijo:
-¿Recuerdas aquel collar de brillantes que me prestaste para ir al baile del Ministerio?
-Pues bien: lo perdí...
-¡Cómo! ¡Si me lo devolviste!
-Te devolví otro semejante. Después de la fiesta noté que lo había extraviado y pasamos el resto dela madrugada buscándolo, fuimos a hacer la denuncia de la pérdida y hasta ofrecimos recompensa por alguna noticia sin ningún resultado.
Durante los próximos días anduvimos de joyería en joyería, buscando una alhaja semejante a la pérdida, hasta que encontramos en una tienda del Palais Royal, un collar de brillantes que nos pareció idéntico al que buscábamos. Valía cuarenta mil francos, y regateándolo conseguimos que lo dejaran en treinta y seis mil.
Mi esposo  poseía dieciocho mil que le había dejado su padre y pidió prestado el resto.
Hizo pagarés, adquirió compromisos ruinosos, tuvo tratos con usureros, con toda clase de prestamistas. Se comprometió para toda la vida, firmó sin saber lo que firmaba, sin detenerse a pensar. Hemos tenido que sacrificarnos diez años para pagarlo. En fin, a lo hecho pecho -
Concluyó su relato orgullosa de su noble sencillez.
Sumamente impresionada, le tomé  ambas manos y exclamé:
-¡Oh! ¡Mi pobre Matilde qué nobleza la tuya! Cómo lamento tanta desdicha!
Tras estrecharnos en un abrazo y después de prometer que volveríamos a vernos, seguimos nuestro camino.
Ni esa tarde ni en ninguna otra ocasión, en que volvimos a vernos, me animé a confesarle que el collar que le había  prestado, era de piedras falsas  y que no valía más de quinientos  francos.
Cada vez que me visita me pide  permiso para probárselo. Verla con el collar alrededor de su cuello, contemplando su imagen en éxtasis frente al espejo, es lo único que alivia mi culpa.
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El guardián curioso

La extrema humedad del ambiente parecía que me impedía respirar y hacía más dificultoso mi trabajo que era levantar lo que la gente dejaba a su paso ensuciando la plaza del pueblo.
Las hojas de papel parecían estar imantadas y se resistían a separarse del suelo a pesar de la insistencia de mi escobillón.
Me detuve y me apoyé sobre el mango del cepillo para descansar un instante. Desde donde yo estaba pude ver como un muchacho que pasaba por allí levantó una servilleta de papel
Ya que era extraño que los transeúntes colaboraran con mi trabajo lo observe atentamente el muchacho se dirigió hacía uno de los bancos dela plaza, se sentó y comenzó a escribir algo sobre el papel.  Cuando terminó de hacerlo hizo el ademán de  guardarlo en el bolsillo, pero sin embargo como si se hubiera arrepentido, lo dejó sobre el banco y se alejó cabizbajo.
Yo continúe mi tarea  pensando que cuando llegara al banco podría saber lo que el joven  había escrito. Aún me faltaban unos pocos metros cuando  un anciano  se acercó hasta allí  y se sentó a darle de comer a las palomas como era su costumbre. Al ver la servilleta la tomó y después de leer lo que estaba escrito, la dio vuelta, agregó algo en el reverso del papel y volvió a dejarlo donde lo había encontrado.
 Debo decir que me sentía un poco molesto, porque si el anciano permanecía allí yo no podría leer lo escrito por ellos y mi intriga sería el doble. Para hacer tiempo dejé de barrer y comencé a hacer el recambio de bolsas en  los cestos de basura que estaban  llenos.
De pronto una fuerte ráfaga de viento trajo el alivio tan esperado, pero también desbarató mi trabajo, desparramando los papeles y las hojas que estaban amontonadas cerca del anciano quien al ver que estas se arremolinaban a su alrededor decidió abandonar el lugar.
Por fin podré sacarme la intriga pensé, pero una segunda ráfaga mucho más fuerte que la primera levantó la servilleta del banco y la mantuvo en vilo mientas yo la seguía con la mirada.
Subía, bajaba y daba vueltas en el aire  como si bailara con el viento… Yo no perdía las esperanzas de poder alcanzarla y corría tras ella como un desquiciado, hasta que por fin  mis ojos  vieron como la hoja entró volando por la ventana  abierta de uno de los departamentos que se encuentran frente a la plaza .En ese momento supe que esa noche tendría que tomarme una píldora para poder dormir bien.
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Un análisis sobre La casa de Bernarda Alba

En La casa de Bernarda Alba, Lorca nos presenta crudamente el dilema moral de los personajes Los tres personajes principales son Bernarda, Poncia y Adela La tensión dramática surgirá cuando lleguen los estímulos externos Pepe el Romano; y los estímulos internos (el caballo, Maria Josefa la abuela y , Adela enamorada)
Bernarda estaría a cargo de la represión social,  económica y sicológica, encarna lo reaccionario, autoritario, asfixia física y moral; representaría a  la España de la agresión asociada con todo el ejercicio del poder, el desprecio a las clases bajas, “ los pobres son como los animales; parecen que estuvieran hechos de otras sustancia.”
Contra  la voz reaccionaria de Bernarda representante de una clase decadente, se impone el derecho inalienable a la vida y a la libertad, representado por Adela que se rebela al despotismo de su madre   
En la Casa de Bernarda Alba el concepto del honor  entendido esto como buen nombre, reputación e imagen pública está en el corazón de su mismo conflicto. La obra tiene reminiscencias de las  tragedias griegas, por ejemplo las mujeres vestida de negro, sobre un fondo de paredes blancas
Toda la obra está recorrida por fuertes emociones y la sensación de que la vida humana está  dominada por fuerzas superiores.
Bernarda, madre de cinco hijas tiene un concepto de la vida retrogrado, se dedica  a cerrar un circulo de hierro en torno a sus hijas para proteger a toda costa la virginidad de las jóvenes a cualquier costo incluso el de su felicidad .Bernarda aparece como una mujer seca, yerma ,totalmente reprimida   quien  pretende que sus hijas sigan su ejemplo
Pepe el Romano joven guapo,  tan inescrupuloso como ambicioso, viene por el dinero de Angustias la mayor de las hermanas, única heredera del legado de su difunto padre  .Se hace novio de Angustias pero a quien realmente desea es a Adela .La  Poncia, es la criada de Bernarda Alba, y tiene una crudeza para hablar  extraordinaria, ella sabe todo lo que ocurre en la casa y sabe de los amores de Adela con Pepe el Romano.
Poncia dice que las hijas de Bernarda no son malas: … “son mujeres sin hombre nada más”. En estas cuestiones se olvida hasta la sangre.”.
Ella piensa que esta es una situación  completamente antinatural, porque las mujeres deben de tener un hombre dentro de las leyes de la naturaleza  si esta ley no es satisfecha habrá rebeldía, y el impulso sexual las lleva a  luchar entre ellas olvidando que son hermanas
Definitivamente  la aparición Pepe el Romano  en sus vidas destruye los vínculos  entre Bernarda y sus hijas, sostenidos a base de autoridad y obediencia. Rompe el sentido estricto de la moral que allí, es la virginidad.
Arrastra a las hijas a la rivalidad entre ellas. Provoca los instintos en Martirio quien no obstante sus fealdad física es sensible a las atracciones masculinas  Ella no tiene trato con ningún hombre y pone de manifiesto  su miedo hacia ellos. Según ella a los hombres solo les importada la tierra, una yunta de bueyes y una mujer que les de comer. Martirio está como desprendida de la vida salvo en el secreto amor que siente por Pepe el Romano  cuya presencia también la perturba. 
Despierta la pasión y la rebelión en Adela, incita al asesinato a la madre, que aunque resulta frustrado por la mala puntería de Bernarda, al fin conduce a  Adela su víctima más cercana, al suicidio en un instante de desesperación.
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HECHIZADA

Tendida al sol aletargada
Sueño que me abrazas y sonrío
Pero a veces la risa se me quiebra en llanto
De pronto un manantial de lágrimas azules
baña mi cara al recordar tu enojo
tus palabras agudas como dagas
caen sobre mi cuerpo cual puñaladas
Siento mi sangre fluir a borbotones.
El corazón me aletea en la garganta.
Y no logro comprender porque
repito en medio del quebranto
¡No quiero que te enojes…
Perdón por ser tan torpe!
Es que te quiero tanto
que aunque me causes daño
tu atención mi vanidad halaga.
¿Qué ancestral recuerdo
o primitivo instinto
hace que mi sangre se encienda
y fluya en mis venas al oír  tu voz?
Al estar contigo todo se transforma,
Mi cuerpo se hace más ligero
Parece que apenas rozo el suelo.
Mi corazón se exalta,
mi mente se abstrae al dolor
y vuelvo a ser feliz con vos
No sé qué antiguo ritual iniciático
habrá quedado grabado en mi genoma
para que hoy después de tanto tiempo
aún me sienta hechizada por tu amor.
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UNA VENTANA

Hoy abrí una ventana
que me muestra el mundo,
no solo el que me rodea.
También veo lo que está  lejos
Lo que vi me entristeció
La lluvia en las calles
no solo moja el cemento
Los hombres y las mujeres
caminan cabizbajos
Lo que más me sorprendió
Fue ver lo que flotaba
sobre sus cabezas
Eran globos grises
Cada uno de ellos
lleva más de uno.
Sin embargo nadie
parece darse cuenta .
No son globos sonrientes
como los que pintan
los pícaros payasos
Éstos no indican
diversión o fiesta.
Observo con atención
y leo en todos ellos
la horrible realidad
que representan
DESEPERANZA
            DOLOR
                      Y TRISTEZA   

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Bello dorado de una hoja atardeciendo.
No eres una gota más de las tantas que caen en la lluvia de otoño
Tu, eres especial tus ocres iluminan y dan vida al reflejo que produces
en tu espejo de agua.
Libre ya de toda atadura volaste en el viento con gracia de bailarina. Al caer arqueaste tu cuerpo con suavidad por temor a ensuciar tu atuendo. El agua mansa se hizo espejo para que contemplaras tu bella silueta, acicalada con destellos dorados por los duendes de otoño, los mismos que en andas de remolinos te dieron la libertad.

Suave, ligera, deslizaste  tu breve cuerpo embriagando con claridad sutil al espejo de agua. La transparencia avizora esencias y presagios, fundiéndose en el nacimiento de la luz, de una flor, de la vida en calma, de un espíritu acongojado para liberarlo.




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